Eduardo Scheffler
Árbol VII

Es el mismo, pero completamente distinto. Ha perdido hojas. Tantas que las ramas se asoman debajo del escaso follaje. Como huesos.
El árbol hoy luce frágil y exhausto.
Lo que antes era verde se ha desvanecido en un tono café sombrío, arrancado por las ráfagas del mismo viento que en el verano lo hacían danzar ante mis ojos, en tardes de pies descalzos, de sueños recién inventados.
Hoy sigue siendo el testigo silente del momento que vivimos. Un árbol en invierno que espera a que el tiempo pase, a que la estación cambie, a que el calor vuelva a su cuerpo para rodearlo y susurrarle que es verde de nuevo.